La gestación subrogada es un proceso mediante el cual una mujer, denominada gestante subrogada, lleva y da a luz a un bebé en nombre de otra persona o pareja, conocidos como los padres biológicos o comitentes. En algunos casos, la gestante subrogada puede tener una relación genética con el bebé (maternidad subrogada tradicional), mientras que en otros casos, los óvulos provienen de una donante y la gestante simplemente lleva el embarazo (maternidad subrogada gestacional).

Este proceso plantea una serie de cuestiones éticas complejas que varían según las normas culturales, los valores sociales, los sistemas legales y las religiones de cada sociedad.

Por ejemplo, en Estados Unidos, esta práctica está regulada, mientras que en otros países como España se considera ilegal.

Las sociedades tienen diferentes concepciones de lo que constituye una familia y el papel de la maternidad. Algunas culturas valoran la maternidad biológica y pueden ver la maternidad subrogada como una práctica que socava este valor, mientras que otras pueden enfocarse más en la paternidad intencional y pueden aceptar la maternidad subrogada como una forma legítima de formar una familia. La ética de la maternidad subrogada varía en cada sociedad.

El problema surge cuando muchas personas se lucran de esta técnica y de la explotación de las mujeres gestantes, especialmente en países donde las condiciones socioeconómicas son precarias y las mujeres pueden ser vulnerables a la coerción o la explotación. Este punto es muy importante de exponer, ya que es una de las razones por las cuales hay tanta gente en contra de esta práctica. En otros países, como Australia, está legalizada, pero las donantes lo realizan de forma altruista, sin cobrar nada.

Se trata de un tema muy controvertido, con defensores y detractores.

Muchas parejas homosexuales dependen de esta práctica si desean tener hijos biológicos, y algunas madres no pueden concebir por métodos propios y necesitan a otra mujer para poder concebir. Se estima que entre un 8% y un 12% de las parejas jóvenes no pueden concebir ni siquiera con métodos reproductivos como la fecundación in vitro, y recurren como última opción a esta técnica.

Pero también puede tener otras consecuencias:

La maternidad subrogada puede ser emocionalmente desafiante para todas las partes involucradas, incluidos los padres biológicos, la madre subrogada y el niño nacido a través del proceso. Pueden surgir sentimientos de pérdida, confusión y conflicto en relación con la identidad y los lazos familiares.

Además, la maternidad subrogada puede acentuar las desigualdades económicas y sociales, ya que las personas con recursos financieros tienen más acceso a los servicios de reproducción asistida y pueden pagar a mujeres gestantes para llevar a cabo el embarazo.

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